sábado, 14 de diciembre de 2013

¿Qué tan grande es el Ego?

¿Te has preguntado que tan importante es tu vida con respeto a todo el universo? ¿El ser humano es un error afortunado de la naturaleza? Una mera casualidad en un universo infinito, o es que el hombre entra en la historia con un propósito claro de existir.  

Desde la antigüedad los hombres la religión trató de dar una respuesta absoluta a todas estas interrogantes, argumentando la existencia de un creador divino, quedando a si la conclusión de una existencia por capricho divino. Sin embargo, con el paso del tiempo, la ciencia puso en duda todos estos argumentos, ya que las respuestas no lograban ser satisfactorias y no eran racionales para nuestra realidad. Pero ni la misma ciencia pudo dar explicación a todas las preguntas, por lo que la disciplina encargada de cuestionarse sobre el ser, hasta nuestros tiempos ha sido, la filosofía.



Buscamos la comprensión de los hechos como guía de nuestras acciones, para la evitación del error y el sufrimiento, e incluso para la resignación a lo inevitable. El hombre en esta búsqueda constante de respuestas, logra experimentar acciones con las que pueda satisfacer el alma y llegar de esta manera a una felicidad terrenal e inmediata.

Para el filosofo Immanuel Kant, el hombre es un ser autónomo, que expresa su autonomía a través de la razón y de la libertad, para ser autónomo el hombre debe usar su razón independientemente y debe ser libre. 

Según Kant, el ser humano consigue el pleno desarrollo de sus capacidades cuando logra gobernarse a sí mismo mediante la razón. El pleno desarrollo de las capacidades racionales del hombre se concreta en la realización de lo que Kant llama "el bien supremo". Cuando se alcance una comunidad ética en que todos respeten las leyes morales, será posible la consecución del bien y de la felicidad.




Nietzsche critica el pensamiento de Kant y plantea una teoría diferente:
piensa que es un error plantear una dualidad entre dos mundos y que no se debe desvalorizar el mundo material y de la vida al entender que es más valioso el mundo inventado del más allá. Según Nietzsche, la consecuencia es que el hombre vive pensando en algo que está más allá, que no pueden alcanzar pero a lo que deben sacrificar todos sus esfuerzos y por ello, reprimir sus impulsos. Nietzsche piensa que lo que se pretende al plantear la dualidad entre dos mundos es convertir los valores en algo objetivo (de objeto, que existen realmente como una idea) y absoluto.


De acuerdo a Freud en nuestra mente consiente, el ego (Yo) es el que satisface los deseos del id (Ello), tomando en cuenta los valores morales del super-ego (SuperYo).


De acuerdo a Freud nosotros solo tenemos dos instintos: el sexual y el agresivo. Todo lo que hacemos está motivado por uno de estos dos instintos:

1. El instinto sexual
Es la fuerza que mueva nuestra vida para prosperar y reproducirnos.

2. El instinto agresivo
Es el que nos da la fuerza que necesitamos para mantenernos vivos, sobrevivir a peligros, nos ayuda a sentirnos más fuertes y a prosperar en nuestras metas.



¿Qué es el ego?


Llamamos EGO, a nuestros defectos, pasiones, ira, orgullo, gula, envidia, lujuria, venganza, etc.  Todo aquello que cargamos en nuestra psiquis, que nos domina nuestra personalidad por completo, haciéndonos esclavos de si mismos.

Se puede decir que el humano solo utiliza un 3% de su conciencia, el otro 97% esta embotellado en el Querido Ego, él lo mantiene dentro de si, sin poder salir y ser libre; en realidad aunque se piense que se es libre porque se hace lo que se quiere, el humano está atado, esclavo del Ego.



¿Qué es el egoísmo?

El interés propio, ya sea exclusivamente hacia lo particular o hacia el bien colectivo. Pensar en ti y pensar en los demás es egoísmo. Lo segundo puede que mucho más si piensas en lo que te pueden dar a ti y no tú a ellos. En todas las relaciones humanas hay un interés por algo, eso es egoísmo: quien da comida tiene interés en parecer bueno y mantener limpia su conciencia, el que come se aprovecha de la buena conciencia, todo ello es egoísmo. Pensar en uno mismo o pensar por los demás por uno mismo, todo ello es egoísmo. Puede que todo sea egoísmo pues del ego emana todo. En definitiva, parece que el interés, cualquier interés, es el egoísmo.

Sin duda hablar de egoísmo es hablar del hombre, más bien del hombre como individualidad.
El egoísmo requiere intención y acción  (conscientemente) y a veces pulsión y acción (inconscientemente, como si se tratara de una especie de reflejo egoísta). De esta manera, parece ser que toda acción humana encierra en sí algo de interés que alimenta nuestro ego. Es esa tendencia del hombre hacia sí mismo o hacia lo suyo lo que llamamos egoísmo. No es algo bueno, ni algo malo, simplemente es lo que es. 




El egoísta generoso, ayuda a los demás por su propio interés. Si ayuda a alguien también se ayudas a si mismo, buscando una reciprocidad en su ayuda. Mientras que el egoísta es un ser despreciable al que no le importa los demás mientras esté bien cubierto. Éste tipo de hombre busca, como consecuencia, un interés o beneficio carente de reciprocidad: se aprovecha de los demás sin ofrecer nada, cuando un acto generoso consiste en que dos partes se beneficien mutuamente persiguiendo su propio interés.

Por lo tanto ¿qué crítica puede existir hacia una actitud de naturaleza humana? En este caso, no es la intención ni la acción, sino más bien, la consecuencia. Así es, cada acción termina en una consecuencia, esta última es la que muchas veces llega a afectar a terceros y es ahí donde surge el verdadero problema de todo. A lo largo de la historia se pueden ver casos donde las acciones egoístas, causan un daño colateral. No es malo ser egoísta, es algo que ha ayudado a los hombres a desarrollarse e incluso a sobrevivir en un mundo salvaje, sin embargo este egoísmo nunca debe rebasar los limites de las consecuencias propias, así las afectaciones no caerán en terceros inocentes.


Egoísmo es un término que se utiliza para quienes sólo piensan en sí mismos para satisfacer sus deseos mundanos y es con esta palabra que el vulgo los juzga.
Pero para el hombre justo y sabio, que actúa según la razón y que disfruta de lo más elevado de él mismo, no puede aplicarse esta calificación.

Desde este punto de vista el hombre de bien es noblemente egoísta, algo muy diferente al egoísmo del hombre vulgar, así como también es distinto vivir racionalmente que hacerlo dominado por las pasiones, o en lugar de anhelar el bien desear sólo lo que resulta de utilidad.
Ser libre no es algo que esté al alcance de cualquiera, pues requiere dominio de sí (voluntad) y responsabilidad (consciencia): y la libertad no es un derecho, es algo que se conquista (y no plenamente, puesto que la libertad no es algo que esté ahí y se coge: cada cual forja su propia libertad, su propia voluntad, cada cual sabe hasta dónde puede mandarse y obedecerse, comprometerse y hacerse promesas).


Para Arthur Schopenhauer, no es la razón, sino la intuición la herramienta intelectual que posibilita acceder y captar el corazón de la realidad. ¿Y qué constituye este corazón? La voluntad de vivir. Esta voluntad es la realidad absoluta, esencial; es la realidad divina que lo rige todo. La voluntad de vivir es una energía universal, un impulso ilimitado, con pluralidad de manifestaciones: se manifiesta en la fuerza de la gravedad, en la exuberancia de las plantas, en la vitalidad animal, en la fuerza de los deseos humanos.


Nietzsche y la voluntad de poder

Nietzsche cree que en todas las cosas encontramos un afán por la existencia, desde el mundo inorgánico hasta el mundo humano, pasando por todos los distintos niveles de seres vivos. Todas las cosas son expresión de un fondo primordial que  pugna por existir y por existir siendo más.
Para Nietzsche esta voluntad es una manifestación superficial de una fuerza que está más en lo profundo de nuestro ser. Su desconfianza respecto de la voluntad como capacidad psicológica le lleva incluso a desacreditarla indicando que si confiamos tanto en ella y en la libertad se debe exclusivamente a que de ese modo la moral tradicional puede introducir la idea de culpa y de pecado. Los teólogos y sacerdotes nos piden que creamos en ella para de este modo  hacernos responsables de nuestros actos y inculcar en nosotros la noción de pecado y culpa. La voluntad de poder no es la voluntad que se descubre con el conocimiento de uno mismo, que se conoce por introspección. Esta voluntad es una simplificación de un complejo juego de causas y efectos. No hay un deseo único, hay una pluralidad de instintos, pulsiones, inclinaciones diversas, que se enfrentan unas a otras; a la consciencia sólo llegan los resultados de dicho enfrentamiento, como dice Nietzsche, la voluntad como facultad psicológica “es el lejano eco de un combate ya disputado en lo profundo”.


La voluntad de poder se identifica con cualquier fuerza, inorgánica, orgánica, psicológica, y tiende a su autoafirmación: no se trata de voluntad de existir, sino de ser más.


Aristóteles sostiene que si todos los hombres fueran virtuosos, toda la humanidad tendría todas sus necesidades satisfechas; porque hacer el bien es también provechoso tanto para quien lo practica como para los demás.
El hombre de bien escucha a su inteligencia y a su razón y hace lo que debe hacer porque la inteligencia sólo elige lo que es bueno para ella.
El hombre malo en cambio, vive en la contradicción entre lo que hace y lo que debe hacer y sólo obtiene su perjuicio y el de los demás.
El hombre virtuoso desprecia las riquezas y los halagos pero disfruta del honor de ser bueno y hacer el bien que es el más alto de los goces. Puede ceder con placer la gloria material a su amigo y sentirse mejor que él.



De esta manera es como un hombre debe ser egoísta porque sabe distinguir lo que es mejor para él. Aristóteles considera absurdo al hombre solitario separado de los demás mortales, porque el hombre es por naturaleza sociable, sea feliz o desdichado y tiene necesidad de sus semejantes; y el arte de vivir no se reduce a una sola persona porque todo lo que hacemos afecta a los demás y también al mundo y es por esta razón que debemos orientarnos hacia el bien.


Creencias del Ego

Idea del "Yo" desde el punto de vista Budista.

"Creer en la existencia de un yo es caer en la herejía de la permanencia; negar el yo es caer en la herejía de la aniquilación con la muerte" , o sea que negando la realidad del yo se llega a una paradoja: una doctrina que da máxima importancia al acto, pero también niega al agente de este acto, o como diría un doctor budista más tarde, "solo existe el dolor, pero no hay modo de encontrar al que sufre".

El "Yo" o Ego en el Cristianismo.

“El que quiera venir detrás de mí, que renuncia a si mismo, que
cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde a su sí mismo?”
San Juan de la Cruz nos dice que abandonemos todo deseo, aún el deseo de Dios. No al amor de Dios, a nuestro innato anhelo por Dios, al que no podemos renunciar, sino a nuestro deseo de Dios.

El Ego y el Zen.

Las ideas pueden resultar necesarias para vivir, a la vez que un estorbo en la pacificación cuando se convierten en una creación del ego, conflicto del deseo, búsqueda, elección, parcialidad, limitación, ilusión, discrepancia, identificación, inmutabilidad, etc..
La mente desaferrada ha perdido el ego, como ola tragada por el mar. Vive en la no dualidad yo /el otro, El yo que se vacía a sí mismo y así permite ser a todo'.

El Ego y el Islam.

Tradicional Islam es una religión de la moderación y el equilibrio. No existe el concepto del pecado original, por lo que el mismo no se considera intrínsecamente dañada y necesita de la redención, como en el cristianismo. Sin embargo, tener un ego excesivo es probable que sea un obstáculo para obedecer las leyes de Dios y por lo tanto a ser un buen musulmán. Debemos abstenernos de seguir nuestras pasiones por que todas las desobediencias y pecados empiezan cuando uno da preferencia a si mismo sobre el amor de Allâh y su Profeta.


Las 3 humillaciones o heridas al ego humano

1.      Primera herida: El primer golpe le llegó a la humanidad con Nicolás Copérnico afirmando que el hombre y la tierra no eran el centro del universo, desmintiendo así  el sistema tolemaico, el cual sostenía que el sol y demás cuerpos celeste giraban alrededor de la tierra. Esta idea había sido aceptada durante miles de años, a causa principalmente, de creencias religiosas donde suponían que el hombre, al ser creado por los Dioses (o Dios, según la religión) tenia el privilegio de ser el centro de todo lo existente.  Copérnico, y después Galileo, demostraron que es la tierra y la luna, los que giran alrededor del sol. Del geocentrismo se pasó al heliocentrismo.





2.      Segunda herida. En este caso, el golpe le llegó a la humanidad con Charles Darwin. Convencido de ser una creación inmediata, directa, de Dios, como sostenía la Biblia, el hombre creía de ser o estar en la cúspide de la creación. Darwin no puso el acento en la creación del individuo, sino que propuso una teoría, en la cual se hablaba del "origen de las especies". Su teoría fue una verdadera revolución científica, fecunda de resultados y desarrollos no sólo en el campo biológico. Tal teoría sostenía que el hombre hunde sus raíces en la "tierra", está emparentado, le guste o no, lo acepte o no, con el mundo biológico animal. Desmintiendo de esta manera, toda creencia de que el ser humano haya sido hecho a imagen y semejanza de un ser Todopoderoso.


3.      Tercera herida. Esta humillación se debe al mismo Sigmund Freud, revelando que el "yo no es el patrón de su propia casa"; que esta última está habitada por una especie de "brujo" que es, en realidad, quien dirige la orquesta. La hermenéutica freudiana propuso que la conciencia no goza de la libertad y la autonomía de la cual se vanagloriaba hasta el momento. Está dominada u orquestada por pulsiones y conflictos no resueltos que son de tipo libidinoso o parental. Es el golpe psicológico.



Por ultimo, la física se ha encargado de fascinarnos con descubrimientos acerca del universo, sin embargo no resultan muy alentadores para nuestro ego humano.

Aquí una visión de que tan pequeño es el hombre en comparación del universo (Da click en la imagen)





              


¿Aun así te crees tan grandioso?


Fuentes:


Ética a Nicomaqueo de Aristóteles

Crítica de la razón práctica de Immanuel Kant

La Voluntad de poder de Nietzsche

El mundo como representación y voluntad de Arthur Schopenhauer

Obras Completas de Sigmund Freud


1 comentario:

  1. Me gusta tu distinción entre egoísmo sabio y vulgar. De alguna manera yo hago distinción parecida entre orgullo constructivo y orgullo destructivo (siendo el orgullo el instinto secundario que nos lleva a defender el ego consciente).

    Este blog tiene 3 entradas y ya has tocado, extensivamente, la sociedad de consumo, el mundo de la psicodelia y el ego. Haciendo referencias científicas, citando y mencionando a Nietzche, Freud, Darwin, Huxley, Morrison, Syd Barret, etc etc. Me sorprendes, y mucho. Tengo un proyecto de momento en forma de blog con unos amigos y pensaba escribir un articulo de intención parecida al tuyo de las drogas; espero que no te importe si te enlazo.

    Espero el próximo articulo, hasta pronto.

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