¿Te has preguntado que
tan importante es tu vida con respeto a todo el universo? ¿El ser humano es un
error afortunado de la naturaleza? Una mera casualidad en un universo infinito,
o es que el hombre entra en la historia con un propósito claro de existir.
Desde la antigüedad los
hombres la religión trató de dar una respuesta absoluta a todas estas
interrogantes, argumentando la existencia de un creador divino, quedando a si
la conclusión de una existencia por capricho divino. Sin embargo, con el paso
del tiempo, la ciencia puso en duda todos estos argumentos, ya que las
respuestas no lograban ser satisfactorias y no eran racionales para nuestra
realidad. Pero ni la misma ciencia pudo dar explicación a todas las preguntas,
por lo que la disciplina encargada de cuestionarse sobre el ser, hasta nuestros
tiempos ha sido, la filosofía.
Buscamos la comprensión
de los hechos como guía de nuestras acciones, para la evitación del error y el
sufrimiento, e incluso para la resignación a lo inevitable. El hombre en esta búsqueda
constante de respuestas, logra experimentar acciones con las que pueda
satisfacer el alma y llegar de esta manera a una felicidad terrenal e inmediata.
Para el filosofo
Immanuel Kant, el hombre es un ser autónomo, que expresa su
autonomía a través de la razón y de la libertad, para ser autónomo el hombre
debe usar su razón independientemente y debe ser libre.
Según Kant, el ser
humano consigue el pleno desarrollo de sus capacidades cuando logra
gobernarse a sí mismo mediante la razón. El pleno desarrollo de las capacidades
racionales del hombre se concreta en la realización de lo que Kant llama
"el bien supremo". Cuando se alcance una comunidad ética en que todos
respeten las leyes morales, será posible la consecución del bien y de la
felicidad.
Nietzsche critica el
pensamiento de Kant y plantea una teoría diferente:
piensa que es un error plantear una dualidad entre dos mundos y que no se debe
desvalorizar el mundo material y de la vida al entender que es más valioso el
mundo inventado del más allá. Según Nietzsche, la consecuencia es que el hombre
vive pensando en algo que está más allá, que no pueden alcanzar pero a lo que
deben sacrificar todos sus esfuerzos y por ello, reprimir sus impulsos. Nietzsche
piensa que lo que se pretende al plantear la dualidad entre dos mundos es
convertir los valores en algo objetivo (de objeto, que existen realmente como
una idea) y absoluto.
De acuerdo a Freud en
nuestra mente consiente, el ego (Yo) es el que satisface los deseos del id (Ello),
tomando en cuenta los valores morales del super-ego (SuperYo).
De acuerdo a Freud
nosotros solo tenemos dos instintos: el sexual y el agresivo. Todo lo que
hacemos está motivado por uno de estos dos instintos:
1. El instinto sexual
Es la fuerza que mueva nuestra vida para prosperar y reproducirnos.
Es la fuerza que mueva nuestra vida para prosperar y reproducirnos.
2. El instinto agresivo
Es el que nos da la fuerza que necesitamos para mantenernos vivos, sobrevivir a peligros, nos ayuda a sentirnos más fuertes y a prosperar en nuestras metas.
Es el que nos da la fuerza que necesitamos para mantenernos vivos, sobrevivir a peligros, nos ayuda a sentirnos más fuertes y a prosperar en nuestras metas.
¿Qué es el ego?
Llamamos EGO, a
nuestros defectos, pasiones, ira, orgullo, gula, envidia, lujuria, venganza,
etc. Todo aquello que cargamos en
nuestra psiquis, que nos domina nuestra personalidad por completo, haciéndonos
esclavos de si mismos.
Se puede decir que el humano solo utiliza un 3% de su conciencia, el otro 97%
esta embotellado en el Querido Ego, él lo mantiene dentro de si, sin poder
salir y ser libre; en realidad aunque se piense que se es libre porque se hace
lo que se quiere, el humano está atado, esclavo del Ego.
¿Qué es el egoísmo?
El interés propio, ya
sea exclusivamente hacia lo particular o hacia el bien colectivo.
Pensar en ti y pensar en los demás es egoísmo. Lo segundo puede que mucho más
si piensas en lo que te pueden dar a ti y no tú a ellos. En todas las
relaciones humanas hay un interés por algo, eso es egoísmo: quien da
comida tiene interés en parecer bueno y mantener limpia su conciencia, el que
come se aprovecha de la buena conciencia, todo ello es egoísmo. Pensar en uno
mismo o pensar por los demás por uno mismo, todo ello es egoísmo. Puede que
todo sea egoísmo pues del ego emana todo. En definitiva, parece que el
interés, cualquier interés, es el egoísmo.
Sin duda hablar de
egoísmo es hablar del hombre, más bien del hombre como individualidad.
El egoísmo
requiere intención y acción (conscientemente) y a veces pulsión
y acción (inconscientemente, como si se tratara de una especie de reflejo
egoísta). De esta manera, parece ser que toda acción humana encierra en sí algo
de interés que alimenta nuestro ego. Es esa tendencia del hombre
hacia sí mismo o hacia lo suyo lo que llamamos egoísmo. No es algo bueno,
ni algo malo, simplemente es lo que es.
El egoísta generoso,
ayuda a los demás por su propio interés. Si ayuda a alguien también se ayudas a
si mismo, buscando una reciprocidad en su ayuda. Mientras que el egoísta es
un ser despreciable al que no le importa los demás mientras esté bien cubierto.
Éste tipo de hombre busca, como consecuencia, un interés o beneficio carente de
reciprocidad: se aprovecha de los demás sin ofrecer nada, cuando un acto
generoso consiste en que dos partes se beneficien mutuamente persiguiendo su
propio interés.
Por lo tanto ¿qué crítica
puede existir hacia una actitud de naturaleza humana? En este caso, no es la intención
ni la acción, sino más bien, la consecuencia. Así es, cada acción termina en una
consecuencia, esta última es la que muchas veces llega a afectar a terceros y
es ahí donde surge el verdadero problema de todo. A lo largo de la historia se
pueden ver casos donde las acciones egoístas, causan un daño colateral. No es
malo ser egoísta, es algo que ha ayudado a los hombres a desarrollarse e
incluso a sobrevivir en un mundo salvaje, sin embargo este egoísmo nunca debe
rebasar los limites de las consecuencias propias, así las afectaciones no caerán
en terceros inocentes.
Egoísmo es un término
que se utiliza para quienes sólo piensan en sí mismos para satisfacer
sus deseos mundanos y es con esta palabra que el vulgo los juzga.
Pero para el
hombre justo y sabio, que actúa según la razón y que disfruta de lo
más elevado de él mismo, no puede aplicarse esta calificación.
Desde este punto de
vista el hombre de bien es noblemente egoísta, algo muy diferente al egoísmo del
hombre vulgar, así como también es distinto vivir racionalmente que hacerlo
dominado por las pasiones, o en lugar de anhelar el bien desear sólo lo que
resulta de utilidad.
Ser libre no es algo
que esté al alcance de cualquiera, pues requiere dominio de sí (voluntad) y
responsabilidad (consciencia): y la libertad no es un derecho, es algo que se
conquista (y no plenamente, puesto que la libertad no es algo que esté
ahí y se coge: cada cual forja su propia libertad, su propia voluntad, cada
cual sabe hasta dónde puede mandarse y obedecerse, comprometerse y hacerse
promesas).
Para Arthur
Schopenhauer, no es la razón, sino la intuición la herramienta
intelectual que posibilita acceder y captar el corazón de la realidad. ¿Y
qué constituye este corazón? La voluntad de vivir. Esta voluntad es la realidad
absoluta, esencial; es la realidad divina que lo rige todo. La voluntad de
vivir es una energía universal, un impulso ilimitado, con pluralidad
de manifestaciones: se manifiesta en la fuerza de la gravedad, en la
exuberancia de las plantas, en la vitalidad animal, en la fuerza
de los deseos humanos.
Nietzsche y la voluntad de poder
Nietzsche cree que en
todas las cosas encontramos un afán por la existencia, desde el mundo
inorgánico hasta el mundo humano, pasando por todos los distintos niveles de
seres vivos. Todas las cosas son expresión de un fondo primordial que
pugna por existir y por existir siendo más.
Para Nietzsche esta
voluntad es una manifestación superficial de una fuerza que está más en lo
profundo de nuestro ser. Su desconfianza respecto de la voluntad como capacidad
psicológica le lleva incluso a desacreditarla indicando que si confiamos tanto
en ella y en la libertad se debe exclusivamente a que de ese modo la moral
tradicional puede introducir la idea de culpa y de pecado. Los teólogos y
sacerdotes nos piden que creamos en ella para de este modo hacernos
responsables de nuestros actos y inculcar en nosotros la noción de pecado y
culpa. La voluntad de poder no es la voluntad que se descubre con el
conocimiento de uno mismo, que se conoce por introspección. Esta voluntad es
una simplificación de un complejo juego de causas y efectos. No hay un deseo
único, hay una pluralidad de instintos, pulsiones, inclinaciones diversas, que
se enfrentan unas a otras; a la consciencia sólo llegan los resultados de dicho
enfrentamiento, como dice Nietzsche, la voluntad como facultad psicológica “es
el lejano eco de un combate ya disputado en lo profundo”.
La voluntad de poder se
identifica con cualquier fuerza, inorgánica, orgánica, psicológica, y tiende a
su autoafirmación: no se trata de voluntad de existir, sino de ser más.
Aristóteles sostiene
que si todos los hombres fueran virtuosos, toda la humanidad tendría todas sus
necesidades satisfechas; porque hacer el bien es también provechoso tanto para
quien lo practica como para los demás.
El hombre de bien
escucha a su inteligencia y a su razón y hace lo que debe hacer porque la
inteligencia sólo elige lo que es bueno para ella.
El hombre malo en
cambio, vive en la contradicción entre lo que hace y lo que debe hacer y sólo
obtiene su perjuicio y el de los demás.
El hombre virtuoso
desprecia las riquezas y los halagos pero disfruta del honor de ser bueno y
hacer el bien que es el más alto de los goces. Puede ceder con placer la gloria
material a su amigo y sentirse mejor que él.
De esta manera es como
un hombre debe ser egoísta porque sabe distinguir lo que es mejor para él. Aristóteles considera
absurdo al hombre solitario separado de los demás mortales, porque el hombre es
por naturaleza sociable, sea feliz o desdichado y tiene necesidad de sus
semejantes; y el arte de vivir no se reduce a una sola persona porque todo lo
que hacemos afecta a los demás y también al mundo y es por esta razón que
debemos orientarnos hacia el bien.
Creencias del Ego
Idea del "Yo" desde el punto de vista
Budista.
El "Yo" o Ego en el Cristianismo.
El Ego y el Zen.
El Ego y el Islam.
"Creer en la existencia de un yo es caer en la herejía de la permanencia;
negar el yo es caer en la herejía de la aniquilación con la muerte" , o
sea que negando la realidad del yo se llega a una paradoja: una doctrina que da
máxima importancia al acto, pero también niega al agente de este acto, o como diría
un doctor budista más tarde, "solo existe el dolor, pero no hay modo de
encontrar al que sufre".
El "Yo" o Ego en el Cristianismo.
“El que quiera venir detrás de mí, que renuncia a si mismo, que
cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará ¿De qué le servirá al hombre
ganar el mundo entero, si pierde a su sí mismo?”
San Juan de la Cruz nos dice que abandonemos todo deseo, aún el deseo de Dios.
No al amor de Dios, a nuestro innato anhelo por Dios, al que no podemos
renunciar, sino a nuestro deseo de Dios.
El Ego y el Zen.
Las ideas pueden resultar necesarias para vivir, a la vez que un estorbo en la
pacificación cuando se convierten en una creación del ego, conflicto del deseo,
búsqueda, elección, parcialidad, limitación, ilusión, discrepancia,
identificación, inmutabilidad, etc..
La mente desaferrada ha perdido el ego, como ola tragada por el mar. Vive en la
no dualidad yo /el otro, El yo que se vacía a sí mismo y así permite ser a
todo'.
El Ego y el Islam.
Tradicional Islam es una religión de la moderación y el equilibrio. No existe
el concepto del pecado original, por lo que el mismo no se considera
intrínsecamente dañada y necesita de la redención, como en el cristianismo. Sin
embargo, tener un ego excesivo es probable que sea un obstáculo para obedecer
las leyes de Dios y por lo tanto a ser un buen musulmán. Debemos abstenernos de
seguir nuestras pasiones por que todas las desobediencias y pecados empiezan
cuando uno da preferencia a si mismo sobre el amor de Allâh y su Profeta.
Las 3 humillaciones o heridas al ego humano
1.
Primera herida: El
primer golpe le llegó a la humanidad con Nicolás Copérnico afirmando que el
hombre y la tierra no eran el centro del universo, desmintiendo así el sistema tolemaico, el cual sostenía que el
sol y demás cuerpos celeste giraban alrededor de la tierra. Esta idea había sido
aceptada durante miles de años, a causa principalmente, de creencias religiosas
donde suponían que el hombre, al ser creado por los Dioses (o Dios, según la religión)
tenia el privilegio de ser el centro de todo lo existente. Copérnico, y después Galileo, demostraron que
es la tierra y la luna, los que giran alrededor del sol. Del geocentrismo se
pasó al heliocentrismo.
2.
Segunda herida.
En este caso, el golpe le llegó a la humanidad con Charles Darwin. Convencido
de ser una creación inmediata, directa, de Dios, como sostenía la Biblia, el
hombre creía de ser o estar en la cúspide de la creación. Darwin no puso el
acento en la creación del individuo, sino que propuso una teoría, en la cual se
hablaba del "origen de las especies". Su teoría fue una verdadera
revolución científica, fecunda de resultados y desarrollos no sólo en el campo
biológico. Tal teoría sostenía que el hombre hunde sus raíces en la
"tierra", está emparentado, le guste o no, lo acepte o no, con el
mundo biológico animal. Desmintiendo de esta manera, toda creencia de que el
ser humano haya sido hecho a imagen y semejanza de un ser Todopoderoso.
3.
Tercera herida.
Esta humillación se debe al mismo Sigmund Freud, revelando que el "yo no
es el patrón de su propia casa"; que esta última está habitada por una
especie de "brujo" que es, en realidad, quien dirige la orquesta. La
hermenéutica freudiana propuso que la conciencia no goza de la libertad y la
autonomía de la cual se vanagloriaba hasta el momento. Está dominada u
orquestada por pulsiones y conflictos no resueltos que son de tipo libidinoso o
parental. Es el golpe psicológico.
Por ultimo, la física se ha encargado de fascinarnos con descubrimientos acerca del universo, sin embargo no resultan muy alentadores para nuestro ego humano.
Aquí una visión de que tan pequeño es el hombre en comparación del universo (Da click en la imagen)
¿Aun así te crees tan grandioso?
Fuentes:
Ética a Nicomaqueo de Aristóteles
Crítica de la razón práctica de Immanuel Kant
La Voluntad de poder de Nietzsche
El mundo como representación y voluntad de Arthur Schopenhauer
Obras Completas de Sigmund Freud
Me gusta tu distinción entre egoísmo sabio y vulgar. De alguna manera yo hago distinción parecida entre orgullo constructivo y orgullo destructivo (siendo el orgullo el instinto secundario que nos lleva a defender el ego consciente).
ResponderBorrarEste blog tiene 3 entradas y ya has tocado, extensivamente, la sociedad de consumo, el mundo de la psicodelia y el ego. Haciendo referencias científicas, citando y mencionando a Nietzche, Freud, Darwin, Huxley, Morrison, Syd Barret, etc etc. Me sorprendes, y mucho. Tengo un proyecto de momento en forma de blog con unos amigos y pensaba escribir un articulo de intención parecida al tuyo de las drogas; espero que no te importe si te enlazo.
Espero el próximo articulo, hasta pronto.